El cerebro y la (dis)función sexual
Nuevos estudios sugieren que la función sexual femenina sana se basa en la interacción del cuerpo y el cerebro. Varias vías cerebrales y neuroquímicas asociadas están implicadas en las recompensas vinculadas con la actividad sexual, así como en la excitación e inhibición de las respuestas sexuales.
Sistema de recompensas del cerebro
¿Cómo afectan estas áreas a las respuestas sexuales?
Un estímulo sensorial es cualquier evento u objeto que los sentidos reciben y que evoca una respuesta en una persona. Antes de que un estímulo dé lugar a una respuesta o comportamiento, el cerebro procesa esta señal y determina si la respuesta/el comportamiento debería ser positivo, negativo o neutro. Este procesamiento se realiza en la corteza prefrontal del cerebro, que es la parte del cerebro responsable de gestionar las recompensas.
Pueden haber problemas en esta vía del cerebro, lo que puede conducir a una afección llamada anhedonia (del griego hedone, que significa placer), que es una pérdida de interés o un menor placer por las actividades gratificantes.
Una función sexual saludable requiere un equilibrio de señales químicas
En las mujeres con respuestas sexuales normales, existe un equilibrio entre las señales químicas que provocan excitación (excitativas) y las que hacen lo contrario (inhibidoras).
Se ha sugerido que las mujeres con un bajo deseo sexual con angustia pueden verse afectadas por un desequilibrio de estos sistemas: demasiada inhibición cerebral, poca excitación cerebral o una combinación de ambas.
Un estudio de B.A. Arnow en 2009 examinó cómo la disfunción sexual afectaba al cerebro. Se les mostró videos eróticos a mujeres con respuestas sexuales normales y a mujeres con bajo deseo sexual con angustia, y se les hizo una exploración cerebral para analizar su actividad. Las mujeres con bajo deseo sexual y angustia tuvieron más actividad en las partes del cerebro implicadas en la inhibición y la atención.
Entonces, ¿qué neuroquímicos están implicados en la función sexual?
EXCITATORIO (excitación)
- Activa la excitación sexual en el cerebro.
- Se encuentra en el plasma sanguíneo durante la actividad sexual.
- Es conocida como “hormona transportadora”.
- Aumenta la sangre durante la excitación sexual y el orgasmo tanto en hombres como en mujeres.
Estimula la excitación sexual.
Dopamina
- Es parte del sistema de recompensa conductual del cerebro.
- Provoca las respuestas del cuerpo a los estímulos sexuales.
- Regula los aspectos de procesamiento de recompensas de la excitación y el deseo.
Melanocortinas
- Son moléculas que se unen a los receptores del cerebro para estimular el deseo sexual y la excitación.
- Su mecanismo aún está en estudio.
Estimula la atención y el deseo.
INHIBITORIO (reducción de la excitación)
Serotonina
- Reduce la motivación y el deseo sexual.
- Diferentes receptores de serotonina pueden ser responsables de diferentes comportamientos/respuestas sexuales.
- Los medicamentos que aumentan los niveles de serotonina en el cerebro inhiben la eyaculación y el orgasmo.
Regula los sentimientos de satisfacción.
Opioides
- Produce una urgencia de excitación que desencadena un largo periodo de relajación (también conocido como “periodo refractario”).
- Estos sistemas se activan después del orgasmo para desactivar la excitación sexual y el deseo.
Media las recompensas sexuales.
Endocannabinoides
- Al igual que con los opioides, producen un estado de relajación posorgasmática.
- Reduce el comportamiento de búsqueda sexual.
Inducen la relajación.
Puede ver que la biología de la función sexual es bastante compleja. Pero, cuanto más aprendamos, mejor podremos desarrollar soluciones eficaces para la disfunción.
Artículo de referencia:
Kingsberg SA, Clayton AH and Pfaus JG. (2015). The Female Sexual Response: Current Models, Neurobiological Underpinnings and Agents Currently Approved or Under Investigation for the Treatment of Hypoactive Sexual Desire Disorder. CNS Drugs; 29(11): 915-33.
Arnow BA et al. (2009). Women with hypoactive sexual desire disorder compared to normal females: a functional magnetic resonance imaging study. Neuroscience 23; 158(2): 484-502.